Lo provocó un toro apenas dos meses después de la inauguración
Sólo 57 días después de la puesta en marcha del primer ferrocarril español, la línea cubana de La Habana – Güines, se produjo lo que sería el primero de los accidentes y que fue provocado por un toro que atravesó la vía. En menos de dos horas se produjo el segundo accidente en el mismo lugar de los hechos.
(14/05/2008) A las siete horas de la madrugada del 15 de enero de 1838, sólo 57 días desde que había entrado en servicio el primer ferrocarril español, La Habana – Güines, se produjo el primer accidente ferroviario. El convoy partió de La Habana sin viajeros y con la locomotora de construcción británica “Villanueva” a la cabeza de varios coches con objeto de llegar a Bejucal y recoger allí a un grupo que la víspera había realizado ese trayecto.
El personal de a bordo lo formaba un maquinista inglés, Mr. Knigh, su ayudante y el sobrestante mayor. En la línea que posteriormente fue llamada como de Villanueva y en el tramo Rincón –Bejucal, fin del trayecto, se produjo el fatal encuentro. Espantado por el ruido provocado por la Villanueva, un toro emprendió una enloquecida carrera hasta cabeza siendo embestido por la misma. El incidente provocó que las vías se abrieran descarrilando la máquina y parte de la composición volcándose en la zanja de desagüe de la vía.
El sobrestante mayor mandó a buscar otra máquina que se desplazara desde La Habana hasta el punto de la incidencia y que, por otro lado, los viajeros que esperaban en la estación de Bejucal se desplazaran hasta ese punto para realizar el viaje programado. Se da la circunstancia que la operativa establecida era que los hombres lo hicieran a pie mientras que las mujeres llegaran hasta aquel punto en los coches que se encontraban en Bejucal empleado como tracción la fuerza de esclavos negros que empujarían los citados coches. Los hombres se negaron a ir a pie y se subieron también a los coches.
El peso de la composición era considerable y ocurrió que al ser empujada por los esclavos llegaron a un plano inclinado donde fatalmente se alcanzó una excesiva velocidad. Cuando los coches llegaron por inercia al lugar del descarrilo y a pesar de que había otros esclavos para detener el corte no pudieron hacerlo y fue entonces cuando se produjo un segundo accidente al colisionar con el material descarrilado. En menos de dos horas habían ocurrido dos accidentes, los primeros en la historia ferroviaria española en la colonia de Cuba y antes de inaugurar el Barcelona – Mataró, primero en la Península.
Las consecuencias del segundo incidente fueron varios lesionados y heridas de diversa consideración, rotura de cristales y daños considerables en el interior de los coches escapados. Por tanto, en el primero de los accidentes ferroviarios, o mejor dicho en los dos primeros, la responsabilidad fue totalmente ajena a la tripulación del tren.
El desgraciado incidente aumentó el temor que por entonces se tenía al nuevo medio de transporte con el riesgo de sufrir accidentes, por un lado, y afianzó la posición de los detractores del tren al ver que peligraban muchos puestos de trabajo, por otro.
Enfrentamiento
Antigua estación de ferrocarril de Bejucal Varios maquinistas de las locomotoras británicas afirmaban que las incidencias se debían fundamentalmente a la deficiente construcción de la infraestructura y a la pésima calidad del carbón empleado para generar la tracción necesaria. Por otro lado, Mr. Alfred Cruger, ingeniero principal de la obra, alegaba que los maquinistas desarrollaban mayor velocidad de la permitida causando incidencias y el maltrato de las máquinas.
El litigio entre ambas posiciones que duró hasta 1841, hizo que la Junta de Fomento suspendiera todas las operaciones, despidiendo a todos los maquinistas demandando posteriormente éstos a la empresa.
Paralelamente, la Junta había adquirido dos locomotoras de fabricación estadounidense y contratado tres maquinistas de aquel país, afirmando que tanto el personal como el material eran técnicamente superiores a los originales de origen británico.
A bordo del bergantín “Perney” de bandera inglesa, el 11 de agosto de 1839, partían desde la isla hasta Inglaterra las ocho máquinas británicas que durante dos años habían prestado servicio en la pionera línea española. Un total de dieciséis días se emplearon en trasladar las locomotoras a bordo del Perney. Ese traslado se hizo con el esfuerzo, durante quince horas diarias, de 34 presidiarios y ocho marineros.
Trascripción original del incidente
“Capitanía Pedanea del Barrio de Guadalupe”
Excmo Sr.
El Capitán que suscribe participa a Ud. que habiendo tenido noticias por parte del Tte. Don Miguel de la Cruz, a quien corresponde el Retiro, y en que da principio el Camino de Hierro, que por la tarde de ayer habían contado algunos pasajeros que a un cuarto de legua del Bejucal ocurrieron varias desgracias en los carros que chocaron con una de las máquinas que estaban en el paso volcada, porque había tropezado también con un Buey en el potrero llamado Tarafa y trataron de informarse circunstancialmente pues se hablaba con mucha variedad de la ocurrencia, solicito si había en el barrio algún estropeado y solo allí halló estarlo Don Miguel Cancio muy levemente en el brazo, el que unido al sargento de morenos maestro de orquesta, Tomás Buelta y Florez le han manifestado que saliendo del Bejucal los carros sin maquinas a instancia del público, empujados por negros del establecimiento, hallaron en el camino la referida máquina que tropezó con un buey, chocó con ella sin poderla contener en su velocidad los que la empujaban, de aquí el resultado de las desgracias…. Fueron varios los estropeados y en entre ellos gravemente el extranjero maquinista, un moreno con ambas piernas partidas y otros que no pueden dar exacta razón y es lo único que ha llegado a noticias y pone en el superior conocimiento de V.E. en cumplimiento de su deber. Guadalupe y enero 16 de 1838”.
(Archivo Nacional - Real Consulado y Junta de Fomento - Legajo 6429 # 131.)