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Lunes, 18 de enero de 2010

silla de palco

El AVE de las pamplinas

 

Antonio Mancheño

Otra vez lo mismo. Repetición del cuento bajo un nuevo escenario de pamplinosas proporciones. Ahora está, ahora no está. Así llevamos desde el año 2000 y cada cierto tiempo aparece un mágico arco iris de deslumbrantes colorines donde se observa el ansiado trazado del AVE que se nos prometió como esplendor ferroviario de un Warren Beatty marginal.

Huelva, Estación Término, es de pena. Pero es más, la malsana jactancia del enjambre político que no tiene ni la menor idea de cómo gestionar un tema que viene dando tumbos por el limbo oficial sin que nadie, ni siquiera los agentes sociales con su altiva influencia, ni la presión mediática, ni el turbo sugestivo de la Universidad, ni las asociaciones vecinales con sus flechas guerreras, ni aquellos colectivos puristas del viejo onubensismo, ni las sabias matronas y magnos ciudadanos de todo credo y condición y por añadidura, los cerebros pensantes de un desarrollo sostenible en las parafernalias de la luz, donde el turismo justifica el fracaso ancestral y la cultura, su pertinaz obsolencia, sean capaz de coger el martillo pilón del hartazgo hasta que nos perfore el alma y nos haga salir del ostracismo.

Otra vez la papilla del tren que nos cuelga un babero con dibujitos de Alta Velocidad y un proyecto lastrado que vuelve tras sus pasos y tiende sus raíles en el quinquenio 2015-2020, como si alguien pudiera extendernos una póliza asegurando su entrega. Hay quien ha visto demasiadas películas y no traga con guiones y actores de serie B, ni tampoco, con directores que ruedan escenas a tan largo plazo porque la providencia también tiene sus límites y, tal vez, para esa fecha esté cansada de tanta mamandurria y tanto botarate agitando la olla de la modernidad feroviaria en los terrenos de Las Metas y su torre encantada por los brebajes del ministro de Fomento, que un gigante coció en el andén de una estación imaginaria y se la remitió envuelta en fetuccinis Manterola.

A la espera de la cumbre de Figueira da Foz, acordando unir España y Portugal mediante conexiones de alta velocidad vía Madrid-Lisboa,Vigo-Oporto, Salamanca-Aveiro y Huelva-Faro, nos queda ese estupor de ausencias y borrones que se enmarcan en las caras de tontos de miles de onubitas dados a la contemplación y el esperpento, sin que una sola hoja tenga el atrevimiento de exigir la soldada, promesa o juramento lacrado. Nada de nada. Somos así de mansos y huevones. Asilvestrados y obedientes.

Ahora surge otro texto -¿será por textos?- emplazando otra supuesta ruta de acceso a las inmediaciones de la capital que enlazaría con Faro y llegaría hasta Évora. Magnífico, sensacional e inaudito. ¡Hala! Todos al mostrador de Renfe a reservar pamplinas a la carta y enjuagues electorales.

Quién sabe, cómo, cuándo y dónde estarán para entonces los redactores, adjudicatarios y administradores de tan grata noticia en 2025 y quién sabe dónde estaremos los que sentimos carbonilla en el alma, traqueteos melodiosos y pregones de tortas, en los sueños de Alcázar de San Juan. Seguro, criando malvas .

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