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16 enero 2014

Diecisiete kilómetros de historia férrea

16.01.14 - ANDREA INGUANZO / CANGAS DE ONÍS

 

Diecisiete kilómetros de historia férrea
 

Hace más de ocho décadas que no recorre los diecisiete kilómetros para los que fue construido, pero hoy estará más vivo que nunca. El director del Museo del Ferrocarril de Gijón, Javier Fernández, ofrece esta tarde una conferencia en Cangas de Onís sobre la historia del tranvía que un día unió Arriondas con Covadonga. El acto está enmarcado en la II edición del programa Oriundos y Forasteros 'Historia y Memoria del concejo', que organizan el Ayuntamiento y la Casa de Cultura canguesa, y el ponente espera conseguir que los presentes disfruten de un recorrido por la corta pero intensa vida de este convoy, que además de servir como medio de transporte de materiales mineros tuvo una tímida faceta turística, ya por aquel entonces.

En el año 1908 cubrió el primer viaje entre la estación de Arriondas y la ubicada en la zona de El Repelao un tranvía a vapor que había sido fruto de la inversión asturiana pero también extranjera. En concreto, fue un proyecto promovido por una sociedad, constituida por The Asturiana Mines Limited, empresa británica, y por la Compañía de Ferrocarriles Económicos de Asturias, que estaba entonces dirigida por Jerónimo Ibrán. Para Fernández este hecho no es un dato a obviar, teniendo en cuenta que es un claro ejemplo de «la conjunción que existió, en los siglos XIX y XX, entre el capital regional y el internacional». «A los británicos les interesaba controlar la minería en Asturias por una razón estratégica y porque ellos en su territorio tenían carbón pero no hierro», explica el director.

El tren servía para transportar la mercancía extraída de las minas de Buferrera hasta la capital parraguesa, desde donde partía camino de Llovio y desde allí al puerto de Ribadesella. La línea cruzaba La Riera, Soto de Cangas, Cangas de Onís, Villanueva y Las Rozas. El trayecto era realizado por tres locomotoras de vapor marca Borsig y contaba con billetes de primera y segunda clase. Y es que, como hoy rememorará en la charla, el transporte de pasajeros también tuvo cierto auge con el paso de los años, aunque preferentemente estaba dedicado a mercancías. Llegó a hacerse tan conocido entre la sociedad que, como explica el experto, «se popularizaron las imágenes y postales del tranvía». «La gente comenzó a utilizarlo mucho para acercarse al Santuario. Tuvo su auge turístico pero, por aquel entonces, nadie lo supo explotar», indica.

Javier Fernández hará esta tarde un repaso por las razones que motivaron su creación, el precio de los billetes y sus horarios, qué tipo de mercancías transportaba y cuáles fueron las causas que llevaron a su paralización y desaparición, a partir del año 1933. «Su servicio fue muy efímero, sólo un cuarto de siglo, pero no se llegó a explotar todo lo que se merecía», analiza el ponente.

Una muerte precipitada

El declive de la minería férrica en las explotaciones de Buferrera y los cambios en el sistema de producción derivaron en la crisis del sector. Ante la ausencia de género el tranvía perdió su cometido firmando así su sentencia de muerte. Pasajes de la historia apuntan a que el cierre de esta línea se precipitó demasiado, ya que posteriormente las minas volvieron a abrirse, pero nunca se volvió a plantear la necesidad de darle vida a esta vía. Décadas después, han sido muchas las ocasiones en las que este recorrido resucitó como un gran proyecto en el terreno turístico, promovido siempre por la clase política. No llegando a ser nunca una realidad, lo que queda del ferrocarril que un día unió Arriondas y Covadonga es su importante huella en la historia de estos dos municipios, la misma que hoy se traerá de vuelta al presente a partir de las 20 horas, en la Casa de Cultura de la ciudad canguesa

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