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19 febrero 2014

UN SIGLO DE PICAS Y ANDENES

Un siglo de picas y andenes

LA ESTACIÓN DE ATXURI CUMPLE CIEN AÑOS DE ACTIVIDAD FERROVIARIA EL DÍA 23

EL EDIFICIO HA ALBERGADO UNA FONDA, UN RESTAURANTE Y HASTA UNA COMISARÍA

ALBERTO G. ALONSO - Lunes, 17 de Febrero de 2014 -

 

BILBAO - La estación ferroviaria de Atxuri cumple el próximo domingo, día 23, un siglo de actividad. Cien años en los que ha sido la puerta de entrada y salida para millones de viajeros que no olvidaban sacar el viejo billete de cartón para que lo taladrara el interventor. Ese pica al que muchos estudiantes que venían a Bilbao cada día procedentes de todo el este vizcaino intentaban evitar para colarse. Un ferroviario que, junto al jefe de la estación, controlaba a los bilbainos que tomaban el tren para disfrutar de las playas de Urdaibai o a los baserritarras que se acercaban a vender sus productos en la cercana plaza de La Ribera.

La clientela que ha pisado los andenes de la estación ha sido múltiple y variada. Cien años de historia, cuyo origen se ve reflejado en el frontispicio principal donde reza en un bajorrelieve el nombre de la compañía que la construyó, Ferrocarriles Vascongados. Una empresa privada con pretensiones, ya que recogió un conjunto de escudos compuesto por el de Bizkaia y Gipuzkoa, entrelazados por el de Araba y las cadenas de Nafarroa. Ello se debió a que cuando se levantó la estación, la compañía tenía previsto hacerse con el Ferrocarril Vasco-Navarro, adquisición que finalmente no se produjo.

La estación es hoy el kilómetro cero de las líneas Bilbao-Donostia-Hendaia y Bilbao-Bermeo, trazados que gestiona Euskotren, la compañía pública, con sede social en este edificio y heredera de la que construyó el peculiar inmueble de estilo regionalista con evocación a la arquitectura vasca.

ESTACIÓN ORIGINAL

Este bloque esquinero no fue la primera estación de Atxuri. La original se remonta a 1882 cuando se inauguró el ferrocarril del Bilbao a Durango, Compañía del Ferrocarril Central de Vizcaya se llamaba, y estaba ubicada unos 200 metros más atrás, siguiendo los andenes actuales. El creciente tráfico ferroviario obligó a ampliar dependencias solo 12 años después y cuando se creó Ferrocarriles Vascos, al fusionarse todas las compañías vascas, la creación de una nueva terminal se hizo indispensable. Se convocó un concurso de arquitectura entre profesionales locales quedando una terna de candidatos entre los que fue elegido finalmente Manuel María Smith.

Juanjo Olaizola, historiador ferroviario de prestigio, explica en un articulo publicado en la revista especializada Vía Libre cómo "los antiguos edificios quedaron integrados en el conjunto" y ello exigió "la adquisición de los portales números 11 y 13 de la calle Atxuri, con el fin de aproximar la estación un centenar de metros hacia el centro de la ciudad". En menos dos años, el edificio quedó concluido con un claro talante de servicio, y no solo ferroviario. En el primer piso se dispuso una fonda con nueve habitaciones y un elegante restaurante, que contaba con una amplia terraza con vistas a la ría de Bilbao y las vías del tren.

Unas dependencias que durante la Guerra Civil, se convirtieron en sede de la policía de ferrocarriles de la Ertzaintza. Otro elemento muy a tener en cuenta por los viajeros todos estos años es el magnífico reloj de accionamiento electromecánico, de la firma alemana AEG. Olaizola destaca que "resulta llamativo que dicho reloj dispone de una campana que marca el paso de las horas, algo verdaderamente infrecuente en los relojes ferroviarios".

INUNDACIONES Y TRANVÍA

El tiempo no pasó por la estación según transcurrían las décadas. De hecho, no protagonizó apenas cambios hasta las trágicas inundaciones de 1983. Las instalaciones quedaron prácticamente arrasadas por la fuerza de las aguas del Nervión cuyo nivel cubrió la planta baja, destrozó las cocheras ubicadas al lado del paseo de Los Caños y varias trenes acabaron en el fondo de la ría.

Tras su rehabilitación, el hall central vio desaparecer a los picas para ser sustituidos por canceladoras automáticas y los viejos billetes de cartón, con agujero en medio, eran cambiados por títulos con banda magnética.

El último gran hito ocurrió en 2002 con su conversión en estación intermodal para atender a la vez a los ferrocarriles y al moderno tranvía, que también gestiona la compañía Euskotren.

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