sábado, 21 de enero de 2023

EL FERROCARRIL DE UTRILLAS (II)

 

 

Las primeras locomotoras del ferrocarril de Utrillas fueron suministradas por la firma alemana Orenstein & Koppel. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 

La explotación

Tras la apertura de la línea comenzó el trasiego de carbón desde los criaderos de Utrillas y Escucha hasta Zaragoza. Además, también se prestaba un servicio diario de viajeros que recorría toda la línea, así como otro limitado al trayecto de Muniesa a la capital aragonesa. La extrema despoblación de la zona nunca permitió aumentar esta raquítica oferta.

En 1905 el ferrocarril de Utrillas transportó 40.000 toneladas de carbón, cifra que se incrementó paulatinamente, hasta situarse en unas 90.000 en 1909. En todo caso, esta cifra era insuficiente para lograr el equilibrio financiero de la explotación, que en los primeros años fue deficitaria.

 

Un grupo de trabajadores del ferrocarril de Utrillas posó ante la cámara en 1960. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 

Para intentar mejorar la demanda de su carbón, en 1910 MFU decidió montar una fábrica de briquetas en Miraflores, próxima a su estación de Zaragoza. Sin embargo, la demanda no comenzó a mejorar hasta 1912, cuando una gran huelga minera en Gran Bretaña redujo las importaciones y aumentó la demanda del carbón nacional Poco después, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, este proceso se reavivó, y en 1917, año en que España experimentó su primera crisis energética, el tren de Utrillas transportó cerca de 170.000 toneladas.

El incremento del transporte mejoró los resultados económicos de MFU y animó a la empresa a estudiar otros proyectos, tanto para ampliar sus minas como para construir nuevos ramales para empalmar con otras vías férreas del entorno, como el inconcluso de Madrid a Aragón, aunque, finalmente, no llegaron a materializarse. Además, se reforzó el parque motor, con la incorporación de tres potentes locomotoras articuladas, sistema Mallet, adquiridas a la norteamericana Baldwin.

Finalizada la guerra, la importación del carbón británico no se recuperó a los niveles previos, ya que el Gobierno había tomado medidas proteccionistas para favorecer la producción nacional. No obstante, la demanda del de Utrillas, de menor calidad, cayó nuevamente por debajo de las 100.000 toneladas anuales. Para incentivar su consumo, el propio Banco de Crédito de Zaragoza junto a MFU promovió la construcción de una fábrica de cemento Portland en Miraflores, industria que podría consumir el lignito turolense, muy adecuado para los hornos de calcinación de esta clase de factorías.

Durante los años de la República, y pese a la crisis económica que sacudió aquellos años a toda Europa, el ferrocarril de Utrillas pudo mantener cifras similares a la década anterior. Sin embargo, todo cambiaría a partir del 18 de julio de 1936 con el fracaso del golpe de estado contra la legalidad republicana y el inicio de una cruel guerra civil. A consecuencia del conflicto, la línea quedó interceptada en las cercanías de Belchite y, evidentemente, se suspendió el tráfico ferroviario, por lo que los pocos trenes que llegaron  a circular, lo hicieron con fines exclusivamente militares.

 

Un tren de mercancías ascendente, cargado con apeas para entibar las minas, cruza con uno de viajeros en su trayecto a Utrillas. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 

Auge y final

Tras concluir la guerra, fue necesario reconstruir los daños que habían sufrido las instalaciones ferroviarias, sobre todo por la destrucción del viaducto de Lahoz, que requirió más de seis meses de trabajo para su reparación. Mientras tanto, se estableció un precario servicio de transbordo de viajeros y mercancía general mediante camiones entre La Puebla de Albortón y Valdescalera, mientras que para el paso del carbón se instaló un pequeño tranvía aéreo en las inmediaciones del puente.

Reanudado el tráfico con normalidad en 1940, al tradicional transporte de carbón se sumó el de toda clase de materiales de construcción requeridos por las obras para levantar el nuevo Belchite, ya que el régimen franquista había decidido abandonar el núcleo original, para dejar sus ruinas como trágico recuerdo de la guerra civil.

 

Para atender el incremento del tráfico durante la posguerra, el ferrocarril de Utrillas adquirió de ocasión varias locomotoras de vapor a la Compañía de los Ferrocarriles Vascongados. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 

Para hacer frente al incremento del transporte, nuevamente incentivado por la paralización de las importaciones de combustible, MFU decidió ampliar su parque de material móvil con el alquiler de locomotoras de vapor al ferrocarril del Plazaola o la compra de ocasión de varias máquinas a los Ferrocarriles Vascongados. También aprovechó los excedentes disponibles en otras líneas para aumentar su parque de vagones y coches, como los adquiridos al Ferrocarril del Bidasoa.

En todo caso, la compra más relevante fue la de once grandes locomotoras de vapor articuladas, sistema Mallet, adquiridas de ocasión a los ferrocarriles de Túnez en 1951. Su puesta en servicio fue particularmente ardua y como narró Joan Alberich en la Revista de Historia Ferroviaria, no se completó hasta 1956, y solo diez de ellas, ya que la undécima fue utilizada como fuente de repuestos para sus hermanas. Desde ese momento, estas impresionantes máquinas asumieron los principales tráficos entre Utrillas y Zaragoza.

 

Imponente perfil de las grandes locomotoras de vapor sistema Mallet adquiridas de ocasión por Minas y Ferrocarril de Utrillas en Túnez. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 

La puesta en marcha de las locomotoras tunecinas coincidió en el tiempo con un rápido cambio en el mercado energético español, en el que los derivados del petróleo y la electricidad tomaron el relevo al carbón. En consecuencia, la demanda tradicional de los lignitos de Utrillas cayó en picado y la propia MFU decidió que la mejor alternativa para su producción era consumirlos directamente en bocamina para generar electricidad en una central térmica que levantó en Escucha.

Mientras se planificaba la construcción de la nueva instalación de generación eléctrica, que finalmente se inauguró en 1970, la demanda del ferrocarril era cada vez más reducida, ya que buena parte del carbón extraído en Utrillas comenzó a ser remitido en camiones a otras centrales térmicas, como la de Aliaga (Teruel). En consecuencia, la situación financiera de la explotación ferroviaria era cada día más insostenible y el 30 de septiembre de 1963 MFU renunció a su gestión, que fue asumida al día siguiente por la Explotación de Ferrocarriles por el Estado.

 

Una doble tracción entre una de las primitivas Orenstein & Koppel y una «tunecina», encabeza un tren de carbón hacia Zaragoza. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 

 

Con el tráfico de carbón reducido a mínimos, sin apenas viajeros, difíciles de conseguir en una zona tan poco poblada y que, desde luego, tampoco encontraba en los raquíticos horarios un atractivo para incentivarlos, la situación en que se encontró la Explotación de Ferrocarriles por el Estado el ferrocarril de Utrillas era deprimente. Poco después, el 23 de septiembre de 1965, este organismo del Ministerio de Obras Públicas se reconvirtió en la empresa pública Ferrocarriles de Vía Estrecha, Feve.

 

Aunque el ferrocarril de Utrillas se desmanteló en 1966, en las minas todavía funcionaron algunos pequeños trenes mineros hasta su desmantelamiento final en 1992. Fotografía de Juanjo Olaizola

 

Feve heredó 22 ferrocarriles de ancho inferior al normal español, repartidos por toda la geografía española, que sumaban más de 2.100 kilómetros y estaban establecidos en hasta cuatro anchos de vía distintos. De inmediato, tomó medidas para optimizar su gestión, en muchos casos prácticamente imposible, dados los grandes déficits que acumulaban, en una época en la que no existía ninguna conciencia a favor de los transportes públicos.

 

Mudos testigos del desaparecido ferrocarril de Utrillas son sus explanaciones y las ruinas de sus antiguas estaciones, como es el caso de la de Muniesa. Fotografía de Juanjo Olaizola

 

Ante la caótica situación de la mayoría de sus explotaciones, no es de extrañar que entre las primeras medidas adoptadas por Feve se encontrara el cierre de las líneas que sus rectores consideraron menos viables. El primer lote de clausuras tuvo lugar cuando ni siquiera habían transcurrido cuatro meses desde la creación de la empresa estatal. Así, el 15 de enero de 1966 dejó de circular el ferrocarril de Utrillas. En la misma fecha corrieron idéntica suerte los tranvías de Linares, el ferrocarril de La Loma, las líneas de Castro a Traslaviña y de Calahorra a Arnedillo y la sección de Navalcarnero a Almorox de la línea Madrid-Almorox.

 

  

 

 

 

 
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