lunes, 20 de marzo de 2023
EL TREN LLEGA A BILBAO (IV)
Las estaciones de Marrero Regalado
Tras la incorporación a la red de la Compañía del Norte, el ferrocarril de Tudela a Bilbao se convirtió en una de sus líneas de mayor tráfico. Por ello, gracias a las ayudas financieras que ofreció el Estatuto Ferroviario durante la Dictadura de Primo de Rivera, la empresa ferroviaria decidió mejorar sus instalaciones, tanto para establecer un servicio de cercanías entre Bilbao y Orduña, como para incrementar su capacidad en su subida a la meseta.
Este programa incluyó, entre otras mejoras, la duplicación de la vía entre Bilbao y Orduña y la reconstrucción de todas sus estaciones, incluida la de la cabecera en la capital vizcaína. Para ello, encomendó a su arquitecto, el canario José Enrique Marrero Regalado (1897-1956), el diseño de los nuevos edificios, que serían proyectados en un depurado estilo neovasco, con excepción de la terminal de Bilbao, de carácter monumental, y que se inspiraría en modelos racionalistas.
Marrero Regalado estudió con detenimiento las primeras estaciones que, en 1913, había realizado en este estilo neovasco la Compañía de los Ferrocarriles Vascongados, bajo la dirección del arquitecto Manuel María Smith en Bilbao: Usurbil, Lasarte y Añorga, así como las que en 1926 se habían inaugurado en el ferrocarril del Urola, proyectadas por el donostiarra Ramón Cortázar. En ellas obtuvo la inspiración necesaria para crear su propio lenguaje.
Marrero Regalado diseñó las nuevas estaciones de Dos Caminos, Arrigorriaga, Miravalles, Areta, Llodio, Luiaondo, Amurrio, Artomaña e Izarra. Además de los edificios para el servicio de viajeros, de su mesa de dibujo también salieron los de los refugios situados sobre los andenes y las torres levantadas para reunir los enclavamientos, aunque únicamente la estación de Llodio lleva en su fachada la firma del arquitecto canario.
En la actualidad, todavía se conservan todos los edificios diseñados por José Enrique Marrero Regalado para la línea de Tudela a Bilbao, conformando un conjunto de gran valor arquitectónico que se debe saber mantener y respetar en las actuaciones que sean necesarias para su adaptación a las necesidades del servicio.