La avería de un Alvia en Estépar afecta a mil pasajeros de ocho trenes
R. TRAVESÍ / Burgos
El tráfico ferroviario del noreste de España, que tiene uno de sus nudos principales en la provincia burgalesa, se vio ayer seriamente afectado durante más de siete horas por una avería en la catenaria a la altura de Estépar.
El incidente, que tuvo lugar alrededor de las 11,30 horas, se produjo después de que un tren Alvia que cubría la ruta entre Vitoria y Madrid enganchara el pantógrafo -dispositivo encargado de captar la corriente de línea para trasmitir la potencia eléctrica a las locomotoras- con la catenaria. La avería obligó a interceptar la circulación por las dos vías por falta de fluido eléctrico y afectó a lo largo de buena parte del día a un millar de pasajeros que viajaba en ocho trenes, tanto regionales como de larga distancia.
El Alvia salió puntualmente a las 11,30 horas de la estación burgalesa Rosa de Lima Manzano, en dirección a Madrid, aunque se detuvo de manera brusca pocos kilómetros después en Estépar. Los cerca de 150 pasajeros que viajaban en ese convoy estuvieron parados en el tren más de dos horas, hasta que llegó un viejo convoy arrastrado por una máquina diesel, que no requiere de suministro eléctrico. El ‘transbordo’ fue complicado puesto que Renfe decidió pasar los pasajeros entre ambos trenes a través de pasarelas.
La avería que detuvo el Alvia se produjo en un lugar poco accesible puesto que es una zona que está anegada por la crecida del río Arlanzón, tras las fuertes lluvias de los últimos días. Una situación que hacía imposible que los pasajeros bajaran del tren por su propio pie. De ahí que la opción elegida finalmente fuera que una locomotora diesel viniera por la otra vía para recoger a los viajeros.
Testimonio de un periodista
El periodista de EL MUNDO, Eduardo Álvarez, comentó ayer en la página web del diario su ‘peripecia’ en el artículo que llevaba por título ‘Pesadilla en el tren’. Era uno de los pasajeros que ayer salió a las 10,14 horas de Vitoria, con la previsión de llegar a Madrid tres horas y 45 minutos después. Su testimonio recoge lo ocurrido a la altura de Estépar: «De pronto, quienes íbamos en los últimos vagones escuchamos dos fuertes estruendos. Nos ponemos en lo peor. Parecía que el tren había chocado con algo. Al instante, el tren frena en seco hasta pararse. Después, se apagan todas las luces y los pasajeros, todavía sobrecogidos por el susto, nos tememos que algo gordo ha pasado». También detalla el peligroso paso de un tren a otro con «malabarismos para traspasar la pasarela sin romperse una pierna», que duró una media hora.
El tren que les recogió circuló lentamente hacia atrás hasta llegar a la estación de Estépar. «Vamos a paso burra, porque vamos marcha atrás. No se puede hacer otra cosa», apunta el periodista. Allí, algunos pasajeros toman autobuses y taxis para trasladarlos a Burgos mientras que el grueso de viajeros monta en el Diurno Iberia, que cubría en ese momento la línea entre Salamanca y Hendaya/Bilbao. Estos pasajeros realizan otro transbordo sobre las cuatro de la tarde en Palencia para coger otro Alvia que les llevaría a Madrid. «Para esa hora, a casi nadie le importa ya el retraso. Porque todos estamos demasiado cansados y abatidos, y sólo queremos llegar, cuándo y cómo sea». Eso sí, menciona que Renfe repartió entre los ‘sufridos’ viajeros un bocadillo y un botellín de agua.
Al final, llegan a la capital de España a las 17,45 horas, casi cuatro horas después de lo previsto por Renfe. Álvarez relata en su crónica que la desesperación cundió en muchos de sus compañeros de viaje, tras perder vuelos con salida de Barajas o el enlace con trenes hacia Murcia y otras regiones españolas. Pese al considerable retraso, el periodista de EL MUNDO reconoce que el comentario más repetido entre los pasajeros era: «Podía haber sido aún peor», ya que al final todo se quedó en un susto al no haber víctimas.
Fuentes de Renfe confirmaron ayer tarde a este periódico que alrededor de las 18,30 horas y tras el trabajo de los operarios de Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), las vías a la altura de Estépar quedaron despejadas. Un hecho que permitió el restablecimiento del tráfico, aunque todavía se produjeron algunos retrasos en los convoyes.