LaVozdeGalicia.es

21 julio 2014

el ojo público

¿Puede CC.OO. parar Renfe este 31 de julio?

Roberto L. Blanco Valdés

20 de julio de 2014                

Consolidado a lo largo del siglo XIX, el derecho de huelga nació como instrumento de defensa de unos trabajadores desvalidos frente a unos empresarios que se aprovechaban de esa situación para abusar de su posición de absoluto dominio en las relaciones laborales. Estamos hablando de una época, larga y penosa, en la que no había limitaciones de la jornada laboral, salarios mínimos, seguros de enfermedad, pensiones de jubilación, vacaciones pagadas o seguridad e higiene en el trabajo.

Todo parecido entre aquella terrible realidad y la que hoy se vive en los Estados sociales de Occidente es pura coincidencia, aunque sigan existiendo empresarios desaprensivos que abusan de sus trabajadores, sobre todo si se trata de inmigrantes. Pero, aún y con todo, tales situaciones son ahora la excepción y no la regla. Por eso las huelgas que enfrentan a trabajadores y empresarios privados han disminuido de forma sustancial y tomado un carácter radicalmente diferente.

No es ese, sin embargo, el único cambio que se ha producido modernamente en relación con el ejercicio del derecho de huelga. Pues ese mismo Estado social que evita los abusos por medio de una legislación laboral que protege al trabajador en sus derechos se ha convertido, él mismo, en un gran empresario, que presta servicios públicos esenciales para la comunidad: la sanidad, la educación o ciertos transportes.

Ello ha traído como consecuencia que, cuando los trabajadores (por los que hoy hablan en realidad los sindicatos) deciden ir a la huelga contra el Estado que presta tales servicios esenciales, quienes sufren sobre todo las consecuencias de la huelga son los usuarios del servicio, convertidos, sin comerlo ni beberlo, en rehenes inocentes de una situación que ni han provocado ni pueden resolver.

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CC.OO. ha convocado una huelga en Renfe para el día 31 de julio, cuando millones de españoles comienzan sus vacaciones de verano. Desconozco si los convocantes tienen razón en sus reivindicaciones, pero aunque tuvieran toda la del mundo llamar a la huelga el día 31 de julio es una irresponsabilidad indigna de un sindicato que dice defender los derechos de los trabajadores. Pues la inmensa mayoría de los afectados por esa huelga serán trabajadores que comienzan sus vacaciones de verano, un derecho ese que les ha costado decenios conseguir.

Convocar una huelga en el transporte ferroviario el día en que hace más daño y a más gente, pudiendo hacerlo cualquier otro, constituye un auténtico sabotaje al derecho al descanso, aumenta el riesgo de accidentalidad en carretera y reduce el apoyo social a unos sindicatos que viven hoy su época de mayor desprestigio desde el comienzo de la transición. Que todo eso no le importase a un sindicato radical sería explicable. Que parezca no importarle a CC.OO. resulta incomprensible.

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