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11 julio 2014

La memoria del Polvorín, presente en Peñaranda 75 años después

CECILIA HERNÁNDEZ | PEÑARANDA DE BRACAMONTE

FOTOGALERÍA

El alcalde, el escultor Juan Francisco Pro, el director del CDS y concejales del Ayuntamiento, ante la escultura inaugurada. / C. HERNÁNDEZ

  • Un documental y una escultura recordarán para siempre el dramático suceso en el que fallecieron más de un centenar de personas y que dejó miles de heridos

    Todo es luz en la mañana del 9 de julio de 2014 en Peñaranda de Bracamonte. Nada parece recordar a aquello que pasó hace 75 años, en una calurosa mañana de verano en la que el destino de la ciudad quedó para siempre marcado. Era domingo y un tren de mercancías hacía su entrada en la estación de ferrocarril peñarandina. Mucha gente se preparaba para ir a misa de 12, pero otros muchos trabajaban, pese a ser jornada de descanso, en la fábrica aledaña a la estación, y otros tantos disfrutaban simplemente del buen tiempo. Peñaranda contaba entonces con una población de 4.500 personas, que se vieron sacudidas por la violenta explosión que partió del recinto ferroviario y se propagó, en forma de polvo, llamas y metralla, por buena parte del casco urbano. Había explotado el polvorín situado junto a la estación de tren, uno de los cuatro que las Fuerzas Militares Aéreas habían instalado en Peñaranda durante la Guerra Civil. Ayer, aniversario del suceso, el teatro de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez albergó el estreno del documental creado por el Centro de Desarrollo Sociocultural y el Ayuntamiento sobre la tragedia. En poco más de media hora se condensa una vívida representación de aquel 9 de julio del 39 gracias a los testimonios de varios supervivientes, aquellos que aún hoy viven y otros que prestaron sus voces y recuerdos para el libro que, con motivo del 50 aniversario del drama, se publicó en 1989 bajo la coordinación de la Facultad de Historia de la Universidad de Salamanca.

    Una de las autoras de aquel libro, hoy subdirectora del Centro de Desarrollo Sociocultural de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en Peñaranda, Florencia Corrionero, dio la bienvenida a los presentes y anunció que, hasta el 14 de agosto, el documental se emitirá en el zaguán del centro, para que todos los que lo deseen puedan acercarse a verlo. También se colgará en Youtube y se venderá bajo demanda, es decir, aquellos que deseen hacerse con un disco deberán solicitarlo en el CDS.

     

    Comienza el documental con los testimonios de los ya fallecidos Jerónimo Madrid -el recordado Jero- y Manuela Pérez, a la que se llamó la superviviente de la estación, pues fue la única persona que consiguió salir con vida de ese lugar. La explosión la lanzó hacia la chimenea del hogar en el que trabajaba. La estación de tren y sus alrededores, zona cero de la tragedia, ardieron durante días, y allí quedaron atrapadas decenas de personas, a las que, con los escasos medios de la época, fue imposible prestar ayuda. Así lo recuerdan otros testigos como Pedro Gómez Chaves, o Alejandra Gallego, aún vivos 75 años después. El miedo a que volviera a suceder algo parecido, pues cerca de la explosión existía otro polvorín -el del antiguo convento de San Francisco- llevó a muchos a huir de la ciudad, hacia los pueblos vecinos que se volcaron en ayudar a los refugiados peñarandinos. Los que permanecieron en la ciudad se marcharon a la zona más alejada, el cementerio, donde aguardaron a que llegara la ayuda procedente de Salamanca y Ávila. Ramón Familiar recuerda, por ejemplo, como su familia y él pasaban la mañana de aquel domingo «recogiendo lentejas en la huerta del Verdugo», a las afueras de Peñaranda, y como les fue imposible entrar de nuevo por el miedo a la explosión de ese otro almacén de pólvora y armas. «Dormimos esa noche en la plaza de toros».

    Pero uno de los testimonios más impactantes es, sin duda, el de Eleuterio Palmero ‘Lute’, apenas un niño en 1939 y que perdió una pierna a causa de la metralla que salió disparada por todo el pueblo. Aunque la metralla solo le afectó al tobillo, el torniquete que le realizaron en el muslo, unido al calor del día y a la tardía atención -no pudieron operarle hasta las 12 de la noche en Ávila- contribuyeron a aumentar su desgracia, a la que se unió la pérdida de su padre, que trabajaba en la fábrica cercana a la estación. «Y no nos dieron nada porque era domingo y, se supone, él no debería haber estado trabajando», recuerda quien años después desarrolló pánico a los ruidos fuertes, una rémora de aquel domingo de julio en el que su vida cambió.

    Recoge también el documental los detalles de la reconstrucción que se efectuó en Peñaranda durante los años 40 y 50, las casas y espacios públicos que reformaron la imagen de la ciudad hasta convertirla en lo que es hoy en día. Finalmente, tienen un lugar en el vídeo los jóvenes peñarandinos de 2014. En primer lugar, Javier Porras, escritor novel que con su primer libro ha querido recordar la tragedia, seguido de Gabriel Aparicio, Marta Santos y Sofía González, tres adolescentes que comentan sus sensaciones tras conocer a través del documental la tragedia del Polvorín.

    ‘Contenedor de almas’

    Tras la proyección del documental llegó el descubrimiento de la escultura creada por el artista peñarandino Juan Francisco Pro, situada en el lugar de la explosión, al lado de la estación de ferrocarril. Concebida como un «contenedor de almas», según la define el propio escultor, guardará la memoria de las decenas de fallecidos aquel 9 de julio de 1939. Familiares, allegados, vecinos en general de Peñaranda se reunieron ayer en torno a la estatua, en un momento en el que las emociones afloraron al recordar un momento crucial de la historia de la ciudad. Historia «milenaria», como señaló en su intervención el alcalde, José Antonio Jiménez, que unió este suceso a otros acaecidos como el incendio de la iglesia en 1971, u otros más felices, tales como «la llegada de la luz, del ferrocarril o la concesión del título de ciudad por parte del rey Alfonso XIII en 1908».

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