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4 junio 2013

El ferrocarril espera una nueva oportunidad en Pakistán

EFE - Islamabad

El próximo Gobierno de Pakistán tiene como primer objetivo la recuperación económica del país y para ello cuenta con revivir la maltrecha red local de ferrocarriles, una de las más antiguas de Asia pero que se encuentra casi abandonada.

La primera línea del país entró en servicio en 1861 (apenas 13 años después que en España) como parte del desarrollo ferroviario impulsado por los colonizadores británicos, pero 150 años después el panorama para el tren en Pakistán es desolador.

"En todo el país quedan menos de 200 locomotoras, nos faltan motores y a veces la compañía de ferrocarriles tiene problemas para pagar el combustible", reconoce Rafiq Nawaz, jefe de la vetusta estación de Golra Sharif, la principal de Islamabad.

Esta pequeña estación, que ejerce también de museo del tren para los escasos pasajeros y curiosos que se acercan, fue construida por los británicos en 1882 y se mantiene casi como hace un siglo a pesar de ser el apeadero de la capital del país.

"Lo más importante es potenciar el transporte de mercaderías, ya que el movimiento por carretera es muy poco eficiente", reconoce Sartaj Aziz, extitular de Finanzas y asesor económico de quien será nombrado primer ministro del país la semana que viene, Nawaz Sharif.

"Sin una buena red de trenes no seremos ni siquiera capaces de abordar nuestra primera prioridad, el déficit eléctrico del país, ya que tenemos que empezar a transportar grandes cantidades de carbón a las plantas", añade Aziz.

La Liga Musulmana-N liderada por Sharif, que arrasó en los comicios de hace tres semanas, prometió durante la campaña dar un nuevo ímpetu a las infraestructuras y situó entre sus compromisos el de poner en marcha nuevas líneas de tren, algunas de alta velocidad.

Esa posibilidad es seguida con atención por España ante la posibilidad de negocio que ofrecería para las compañías españolas punteras en el sector, pero la crítica situación financiera de Pakistán invita a la precaución de los inversores.

Las promesas de un nuevo 'tren bala' paquistaní, pensado sobre todo para el transporte de pasajeros de clase media y alta (caladero importante de votos para el partido de Sharif), no esconden lo realmente urgente, que es revivir el transporte de mercaderías.

El columnista Saidur Rehmán escribió hace unos días en el diario The News que los trenes han sido "históricamente" los encargados de transportar las mercaderías del país y que, además, una buena red ferroviaria descongestionaría las carreteras de camiones.

"El drama para el ferrocarril en Pakistán empezó en los años sesenta con el primer dictador del país, Ayub Khan, que cedió a las presiones de los transportistas de su región del noroeste y empezó a favorecerlos", explica el escritor Salman Rashid.

Rashid, buen conocedor del tema, relata que el general golpista inició la política (aún vigente) de subsidiar los carburantes y otorgó numerosos contratos a las compañías de transporte rodado de su provincia natal.

"El siguiente dictador, Ziaul Haq (1978-1988), dio a los militares la coordinación del transporte y estos siguieron favoreciendo a los transportistas por carretera, que se beneficiaron en los ochenta del enorme tráfico en el país", prosigue el escritor.

Durante esa época, Pakistán adquirió gran relevancia geoestratégica por el apoyo que prestó a la campaña de EEUU en favor de los 'muyahidines' antisoviéticos en el vecino Afganistán, un esfuerzo que generó un enorme trasiego de armas y mercaderías.

Rashid lamenta que durante décadas y hasta muy recientemente, las presiones del poderosos grupo de transportistas del noroeste -la actual provincia de Khyber-Pakhtunkhwa (KPK)- lograron monopolizar el transporte y relegaron el tren a un papel testimonial.

"El último ministro de Ferrocarriles, Ghulam Bilour (procedente de KPK) es propietario de una flota de 300 autobuses", denuncia Rashid, y desliza que el ministro tenía poco interés en revitalizar un transporte que podía perjudicar sus negocios.

"En los noventa la situación mejoró un poco, en parte coincidiendo con los dos mandatos de Nawaz Sharif en esa década, así que espero que pueda llevar adelante sus promesas de revivir el ferrocarril en Pakistán", dice el escritor y bloguero.

"El tren es bueno, tenemos mucho que transportar dentro y fuera del país", dice desde su pequeña pero histórica estación el jefe de puesto Rafiq Nawaz, que, con gesto resignado, siguen viendo pasar apenas una decena de trenes al día.

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