domingo, 21 de julio de 2024

EL FERROCARRIL DE CASTRO A TRASLAVIÑA (y V)

 

 

Vista de la fachada de la magnífica estación de Castro-Urdiales diseñada por el arquitecto Eladio Laredo en 1898. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 

LA ESTACIÓN DE CASTRO-URDIALES

La Compañía del ferrocarril de Traslaviña levantó en Castro una de las estaciones más notables de la red ferroviaria española. En contraste con la modestia de su concesión y de la escasa demanda que durante su existencia registró la línea, los viajeros llegaban a la villa costera a través de un edificio verdaderamente lujoso.

El diseño del edificio de viajeros de Castro Urdiales, en el que también se establecerían las oficinas administrativas de la empresa ferroviaria, fue encomendado al arquitecto cántabro Eladio Laredo (1864-1941), uno de los grandes pioneros de los estilos regionalistas e historicistas en España. La construcción contaba con dos torres laterales, de cuatro alturas, que enmarcaban un cuerpo central de tres plantas. Las fachadas estaban decoradas con azulejos con motivos ferroviarios como tirafondos, bates, agujas y otros elementos, realizados por el guipuzcoano Daniel Zuloaga y las barandillas de las escaleras de acceso representaban ruedas de vagones, incluidas sus ballestas de suspensión y las correspondientes cajas de grasa.

En la primera planta de este suntuoso edificio se distribuían las dependencias necesarias para el servicio, como las taquillas, el despacho del jefe de estación o el servicio de facturación de equipajes y paquetería, mientras que en las superiores se establecieron las oficinas centrales, el almacén general y las viviendas para el director de la explotación, el jefe de estación y otros empleados. El andén principal quedaba protegido mediante una sencilla marquesina metálica. Lamentablemente, este singular edificio fue destruido, víctima de la especulación urbanística, el año 1970.

 

 
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