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9 septiembre 2015

El Metro, en la mesa de negociación 23 meses después

La Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga se reúnen hoy para despejar los retos pendientes del suburbano, entre ellos el trazado en superficie hacia el Hospital Civil

SEBASTIÁN SÁNCHEZ MÁLAGA | ACTUALIZADO 09.09.2015 - 01:00

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Estado de las obras del Metro de Málaga a principios de agosto.

 

10 de octubre de 2013. Esa es la última fecha en la que tuvo lugar una comisión de seguimiento del Metro de Málaga, ente de carácter político integrado por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga y responsable de analizar y determinar, en buena medida, el desarrollo de la mayor infraestructura en la historia reciente de la capital de la Costa del Sol. Hoy, 23 meses después, los máximos representantes de ambas administraciones, socias ineludibles en el proyecto, vuelven a verse las caras en la imperiosa necesidad de poner luz a cuestiones que, tras años de debates aplazados o conflictos alargados en el tiempo, siguen sin respuesta cierta. 

El alcalde, Francisco de la Torre, y el consejero de Fomento, Felipe López, tienen la sustanciosa tarea de sentar las bases del futuro inmediato del suburbano, no sólo en lo que a la prolongación y culminación de la infraestructura se trata, sino también en la faceta económica de la actuación, que transita por la compensación de la factura de la obra que corresponde al Consistorio -impagada desde el inicio mismo de la obra hace ahora ya más de nueve años- y por el abono de los costes de explotación y mantenimiento del nuevo medio de transporte, que, en términos generales, se van a traducir en unos 70 millones de euros anuales hasta el año 2042. 

Acabado el periodo estival, aplazada la discusión en torno a esta realidad, toca a los nuevos responsables autonómicos mover ficha en un escenario en el que las dudas siguen siendo, grosso modo, las mismas que años atrás. En los casi dos años transcurridos desde la última comisiónpolítica, secundadas eso sí por numerosos encuentros técnicos, el Metro entró en funcionamiento de manera parcial y busca ahora su continuidad hacia la Alameda y el Hospital Civil sin no pocos contratiempos. Pero todo ello ha de verse completado por el diseño de una hoja de ruta definitiva que permita a las partes cumplir con los compromisos adquiridos a principios de 2003, cuando el ferrocarril urbano sólo era papel. 

A ciencia cierta es uno de los principales interrogantes que habrá de ser abordado hoy. La posición que desde hace meses viene manteniendo el regidor malagueño choca de manera clara con las cifras económicas a las que el convenio de construcción del Metro obligan al Ayuntamiento. De la Torre elude cualquier responsabilidad sobre los numerosos y abultados sobrecostes acumulados en la obra, que llevan a pensar que una infraestructura que iba a costar unos 403 millones, acabe por rozar los 800 millones de euros. Con esta premisa sobre la mesa viene indicando su negativa a aportar el dinero que habría de desembolsar y que, con una media de 70 millones de euros anuales de explotación, se traduciría en unos 18 millones de euros. Frente a estos parámetros, el Ayuntamiento insiste en abonar muy por debajo de esta cuantía, exigiendo incluso que sólo se le obligue a pagar por aquello que firmó en su día, cuando el Metro iba a costar la mitad. ¿Qué hará la Junta en caso de que formalmente se concrete esta posición? Tiene en su mano la posibilidad de retener al Consistorio parte de lo que recibe de la Participación en los Ingresos del Estado (PIE), prerrogativa que el propio De la Torre le dio en 2003 conforme al acuerdo alcanzando. No parece que la solución al hipotético conflicto pase por esta senda. 

La factura de construcción del Metro tiene anotada, hasta finales de 2012, un montante de 32 millones de euros a cuenta del Ayuntamiento. Sin embargo, en ninguno de los presupuestos municipales de los últimos ejercicios aparece un solo euro para hacer frente a este débito. Al igual que Sevilla, que tampoco pagó por la obra del suburbano, el Consistorio reclama compensar dicha cuantía, dejando a cero la suma. La posición de la Administración regional, tanto en tiempos del PSOE al frente de la Consejería de Fomento, como de IU, ha sido favorable a tal planteamiento, si bien en todos estos años los actores no han sido capaces de dar forma a la herramienta mediante la que llevar a buen término el propósito. Es de esperar que la cuestión quede definitivamente allanada. Queda por delimitar si son o no válidas las obras de movilidad sostenible que pone sobre la mesa de equipo de gobierno del PP y que, tras numerosos borradores, incluyendo el soterramiento de las vías del AVE a su entrada en la ciudad y la compra de autobuses. Ambas iniciativas generaron las discrepancias de los juristas de la Junta. 

Asumida la liberación definitiva del tramo del Metro hacia la Alameda Principal -el permiso final ha sido concedido casi cuatro meses después-, que deberá completar la red de forma soterrada desde el puente de Tetuán hasta el cruce con la calle Torregorda, a ser posible a finales de 2017, queda por perfilar la solución cierta de la prolongación en superficie del tramo procedente de Carretera de Cádiz hacia el entorno de los hospitales Civil y Materno Infantil. Un asunto en el que son numerosos los vaivenes mostrados por el alcalde. Si hizo bandera de la cuestión en la pasada campaña electoral a las municipales, llegando a ensalzar la idea de que no daría su visto bueno a la propuesta tranviaria si la misma no contaba con el aval vecinal, meses atrás, en presencia de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, optó por rebajar su contrariedad y pareció posicionarse a favor de la iniciativa. Apenas unos días antes del encuentro de hoy, interpelado por ello, volvió a dejar dudas sobre la disposición municipal a facilitar esta parte de la infraestructura en el supuesto de que los residentes de entorno se opongan a la actuación. La necesidad de que la Junta y el Ayuntamiento vayan de la mano en esta parte del recorrido es crucial si se tiene en cuenta la necesidad de alcanzar el Civil antes de finales de 2017, dando cumplimiento a los acuerdos alcanzados tanto con la concesionaria del Metro como con el Banco Europeo de Inversiones (BEI). 

La respuesta a esta pregunta sólo compete a la Consejería de Fomento. Admitida la paralización de la obra en el entorno de El Corte Inglés -dentro del tramo Renfe-Guadalmedina- queda por resolver el calendario cierto de una pieza sustancial para el futuro inmediato del proyecto. No sólo en lo cualitativo, dada la percepción del viajero de aproximarse de manera cierta al casco central de la urbe, sino también cuantitativo, dado que, según los estudios de la propia concesionaria, extender el recorrido desde el intercambiador de El Perchel hasta la parada Guadalmedina supondría pasar de 5 a 8 millones de viajeros anuales -esta cifra, en otros momentos del proyecto, llegó a ser elevada a unos 13 millones de pasajeros-. El conflicto que mantiene la Agencia de Obra Pública de Andalucía con la empresa constructora del tajo, Ortiz, se alarga ya más de un año, sin que por el momento haya una solución cierta. Lo que sí parece evidente es que a la espera de se dé luz a los datos reales de la intervención, existen diferencias apreciables entre los costes complementarios y añadidos que está dispuesta a aceptar la Junta y los que reclama la firma privada. A modo de ejemplo, hace poco más de un año, Fomento dio por bueno incrementar el valor de la infraestructura en 17 millones de euros -fue adjudicada en 42 millones de euros- mientras que Ortiz demandaba 32 millones. Un año después el proceso de negociación sigue abierto, aunque se da por segura la imposibilidad de que los trenes puedan llegar a la estación Guadalmedina a finales de 2016. A ello se habían comprometido los responsables autonómicos tras retrasar en varias ocasiones ese hito en el calendario del suburbano. Con todo, tal y como dio a entender el actual consejero del ramo en su primera y última visita a la capital, parece más que previsible que la prolongación del recorrido desde El Perchel se hará de una tacada hasta Guadalmedina, primero, y la Alameda Principal, después.

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