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17 febrero 2014
Adif no conserva documentos de 1991 que le reclamó el juez del Alvia
Aláez pretendía conocer el origen de las normas para señalizar los frenazos bruscos
DAVID REINERO Santiago 16 FEB 2014 - 21:38 CET
Adif, la empresa pública gestora de la línea férrea Ourense-Santiago en la que el pasado 24 de julio murieron 79 personas al descarrilar un tren Alvia, no conserva en sus archivos documentos de 1991 que le ha reclamado el juez instructor del siniestro. Luis Aláez quería saber el motivo de que dos décadas antes del accidente se instalasen en tramos de la red ferroviaria balizas de control puntual de la velocidad de los trenes similares a las que en Angrois solo se colocaron tras el siniestro.
El juez preguntó a Adif en noviembre por los motivos de que señalicen en las vías desde hace años las frenadas bruscas que deben realizar los maquinistas si están motivadas por causas temporales, como unas obras, pero no cuando la razón es permanente, como la cerrada curva de Angrois. Allí el maquinista del Alvia, Francisco José Garzón, despistado tras recibir una llamada, se olvidó de frenar de 200 a 80 kilómetros por hora y no había señales que se lo advirtiesen o que detuviesen automáticamente el tren. Por ello, el juez pidió a Adif cualquier “documentación que recoja los estudios y análisis realizados” para adoptar aquella medida.
En sucesivas respuestas, la empresa pública sitúa el origen de esa decisión a 1991, cuando aún formaba parte de Renfe y se elaboró una carta circular con esa norma. Pero ahora ha remitido un escrito al juez en el que indica que el contenido de esa circular se anuló al ser “integrado en el vigente Reglamento General de Circulación” […]por lo que no hay en los archivos de Adif “documentos adicionales para atender la demanda solicitada”. Esto es, una vez que la nueva norma se integró en el reglamento general, no se conservaron las consideraciones técnicas que la motivaron.
Aláez consideraba que, si los motivos para señalizar las frenadas temporales y permanentes eran los mismos, “el mal o perjuicio ocasionado por un exceso de velocidad al afrontar la curva (muertes y lesiones de los ocupantes del tren) era algo que debía ser previsible previamente”. Adif y Renfe sostienen que bastaba con que el cambio de velocidad figurase en el Libro Horario del maquinista.